miércoles, 24 de septiembre de 2014

Pero que me gusta comer.

Que me gusta comer, creo que no hay que decirlo mucho. Solo hay que conocerme un poco, muy poco y sabrás que la cocina y más todavía, el buen arte del comer, es una de mis grandes pasiones. Y te digo más, comer entre amigos, disfrutar de una buena comida con la familia, con los que verdaderamente hacen de mi vida, eso…vida, no hay placer más grande. Y es que el comer entre amigos se convierte en una gozada, con muy poco que hagamos.

Mira te cuento, estas tan tranquilo uno de esos días, en los que por avatares de la situación, das de lado al trabajo, o simplemente es que es un festivo de estos donde los colegas, familiares u otros con los que disfrutas de buena compañía pensaron lo mismo, o bien, tuvieron la misma suerte que yo.


Desde muy temprano, visitas el templo del de la alimentación, o al menos el edificio este que tenemos casi a mitad de la calle ganado y ves esos puestos de pescado, de marisco, de buenas aceitunas y como no de carne. Amigos y buenos productos, que alegría. Antes de empezar a elegir, te comprar en algunos de estos puestos, un cartuchito de chicharrones, lo digo para que la vuelta se haga más amena. Elige tu pescado favorito, ponle unas gambitas y tal vez algunas almejas todo bien tratado en tu cocina, mientras con un vinito no de mucho nombre, pero si con gracia. Cuentas unas historias de los días atrás, o bien unos chistecillos, sobre todo es el maravilloso momento de poner verde a tu jefe. Gambita va, vinito viene, chistecillo que te crio. Y como no paellita, para todos, mientras preparaste tu peculiar sangría… ¿Algo más se le puede pedir a la vida? ¿Se puede ser más feliz? 

jueves, 11 de septiembre de 2014

La vuelta al cole

Cuantos buenos recuerdos me traen estas fechas, en las que los que tenemos hijos vemos la ilusión de ellos al volver al colegio. Cuantas experiencias encerradas en la mente, la cuales algunas alegran y otras muchas no tanto, ya que más que estudiar, yo personalmente, iba al colegio, lo vuelvo a decir, iba al colegio.

Cuantos buenos de esos recuerdos me traen los buenos bocadillos de magreta, que me comía en el bar de Pepe, allí en SAFA. Con poco más de media barra de pan y algo que hoy cuesta encontrar en carnicerías como es la magreta, que feliz era.

Otros muchos recuerdos me los traen los bocadillos que mi madre preparaba, no en pocas ocasiones de algo tan inusual como la mermelada de tomate. ¡¡Que rico estaban esos bocatas!!

No menos importante era cuando el desayuno se tornaba en dulce, es decir que con una caracola, hacíamos las delicias para toda la mañana.

Aunque lo más agradecido que recuerdo es el gran esfuerzo que hacia mi padre, cuantas mañanas nos acercaba al colegio en aquel Seat 850 especial, esfuerzo entendible aún más, cuando se conoce las horas en las que llegaba de su trabajo. No en pocas de estas ocasiones donde “El Paquito” se lanzaba a buscarnos a las 12.30 H, parábamos en algunos de esos barecillos que tanto conocía, y con un vaso de Coca-Cola ¿Qué felices éramos? Recuerdo y mucho las tapas, en “los enanitos” en la Barriada de las Nieves, de menudo, recuerdo las de chorizo en un barecito que había en la calle San Sebastián, o bien las de pajaritos en el Transporte. Buenos tiempos, sí señor.


Aunque lo que mejor recuerdo era llegar de tan casi duro día de esfuerzo, no mucho mental, y tener a toda mi gente alrededor de la mesa. ¿Qué más se le puede pedir a la edad del crecimiento?