jueves, 26 de febrero de 2015

Que tiempos aquellos.

Que momentos más felices pasamos frente a un plato y unos cubiertos, o con las manos, compartiendo emociones, palabras, risas, llantos e infinidad de muestras de nuestro ser más interior, cuando estamos compartiendo la mesa con nuestros seres queridos. Tal vez de esto ya me abras escuchado hablar o leer, pero sencillamente, las cosas más bonitas que hacemos nos la habrán tenido que repetir, no pocas ocasiones, o cuantas lecciones aprendemos gracias a la repetición. No que yo sea o me sienta alguien, no, simplemente me gustaría compartir esta verdad otra vez.

Cuanta alegría cuando nuestros pequeños nos muestran sus sensaciones en la escuela, con los amigos, o en no pocos marcos de circunstancias de su vida. Pero sinceramente, autoanalizándonos cuanto tiempo les podemos dedicar a estas emociones, a las sensaciones que nuestros pequeños nos deseen mostrar, si es por mi vida, ni una pizca lo que realmente me gustaría que fuese. Y encima cuando estamos juntos tranquilos en paz frente a la mesa, no son sus emociones, sus sentimientos, no son nuestras palabras, ni nuestros valores los que imperan. Son los de personas que ni conocemos ni conoceremos jamás. Mediante la caja tonta, o bien el móvil hoy día, permitimos que estos si entren en nuestra vida, sin nosotros poder hacer nada. Triste, no lo siguiente.

Aún recuerdo cuando en casa había una de estas cajas tontas, y en blanco y negro, y empezaba a funcionar sin colores a partir de la tarde, con no pocas horas. Y lo recuerdo con cariño por muchas razones, ya que eran tiempos donde imperaban muchos otros valores, que verdaderamente nos ha hecho ser lo que verdaderamente somos, ser la persona que hemos querido ser, fijándonos como modelo en nuestros padres, abuelos primos y otros familiares que alrededor de la mesa despachaban con nosotros.

jueves, 12 de febrero de 2015

Gracias

Queridos amigos/as es para mí un placer compartir mi visión de lo que significa el buen y gustoso hábito de llevarse a la boca aquello que tanto necesitamos y no solo necesario sino también agradable o gustoso para nuestros sentidos.  Es para mí un sentimiento de alegría poder llegar hasta vosotros mostrando mis experiencias casi siempre relacionada con el buen habito del comer. Sencillamente es para agradecer a los que supervisan este medio que a una persona como yo, el cual entiendo que escribir, si es de escribir de lo que me tuviera que ganarme la vida, mi mujer ya me habría dejado y mis hijas hambre pasarían un poco, no…lo siguiente. Si os cuento que me saque el graduado porque…por mis estudios no fueron, por mi habilidad tampoco, por mí…por mi nada, más es gracias a mis padrecitos, los pobres que ya se esforzaron.

Pero a lo que vamos, en la mañana de hoy jueves me he levantado agradecido a tantos que hacen esta buena labor de transportarnos las noticias de nuestra ciudad y de sus alrededores, con su visión particular de las cosas. Agradecidos por que esta pequeña columnita continúa con vosotros ya con un poco de tiempo, y aun no pocos me hacéis ver vuestra opinión de muchas y diferentes maneras. Gracias a vosotros, al ATS del centro de salud, al maestro de el colegio de El Juncal, al que trabaja arreglando las carreteras, y otros no pocos que casi siempre me hacéis sentir, un poco alegre, al saber que un par de minutos dedicáis a leer estas palabritas. Con faltas de ortografía, seguro señor maestro, pero ya le dije por qué.


Anda, una cosa disculpen si a algunos moleste, nunca fue mi intención. Bajo ningún propósito quise hacer daño a ninguno de vosotros.