Un hecho singular y que seguro que estarás de acuerdo conmigo es
que nos hemos vuelto más exigentes en cuanto a comida. Como más sibaritas ahora
que como nunca antes el comer, se ha convertido en algo más que una necesidad.
Cada vez más somos menos conformistas, cada vez más opinamos más y con mejor
criterio. Es un hecho, que no se cocina igual que antes, y más aún, que no
visitamos los mismos lugares que antes, con el fin de que nuestro menú fuera de
casa se haya convertido en algo mejor.
Hoy es fácil saber dónde se cocinan las
mejores tortillas, los mejores caracoles, las mejores frituras. Es Fácil saber dónde
se está mejor, que lugar es más acogedor, mejor decorado, con un mejor
servicio. En ocasiones visitamos lugares, que ya los conocemos hasta la cocina,
que sin haberlo visitado nunca, podemos preguntar al camarero por cómo se
encuentra la madre, o sobre cualquier otro asunto.
Sinceramente es un privilegio trabajar en toda esta vorágine
de información, es como estar montado en
un coche a toda velocidad, siempre tienes que hacer, decir o simplemente
presentar lo mismo de ayer, totalmente diferente, o exactamente igual o… yo diría,
que hay que estar un poco más al día de los gustos y necesidades de todos para
poder ofrecérselos en la medida que nuestras posibilidades nos lo permitan.
En otro lado diría yo que aunque buena parte de todos
nosotros nos hemos vuelto más y mejores clientes, en ocasiones algunas de
nosotros somos de un conformismo aplastante. Por ejemplo, hoy día no nos
importa que nos atienda un frío ordenador, o desde una ventana, o que nos den
una carne, hamburguesa, o pescado tres veces más barato que el de la esquina. ¿Por
qué puede suceder esto?...continuara.